Así, de barro

Hace un par de años leí un cuento corto llamado Koben (2016) quien es un niño que no puede verse al espejo por el miedo a lo que pueda reflejar en él, un día decide asomarse a su corazón para conocer ése temor que le impedía mirarse.

En su viaje se descubre tal y como es: así, de barro.

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Más allá de sus miedos, encontró fragilidad, enojo, alegría, curiosidad y su humanidad, en el transcurso de su odisea tuvo sentimientos encontrados, justo lo que quiero expresarte hoy.

No hablaré de términos médicos ni recomendaciones para salir de la angustia, pero si algo tenemos todos en común es el dolor. Ya sea físico, que se cura con medicamento, o puede ser dolor profundo, aquellos que son sanados con un gesto espiritual (no cualquiera), en su proceso y debido tiempo.

El protagonista del libro encontró un revoltijo dentro de sí pero lo ayudaron a descubrirse valioso, aunque para llegar a esa buena noticia tuvo que conocer el dolor y las heridas que decidió cargar

Aunque esta sociedad dice que evitemos todo aquello que genera pena y tristeza, San Juan Pablo II contrapone con lo siguiente: 

«El sufrimiento en sí mismo puede esconder un valor secreto y convertirse en un camino de purificación, de liberación interior, de enriquecimiento del alma».

No te pido que abraces tu dolor y que adaptes tus heridas a tu modo de vivir, sino a que te atrevas a tener esperanza.

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La Madre Teresa experta en el sufrimiento, debido al entorno en el que decidió vivir por su llamado, decía: «Recuerden que la Pasión de Cristo desemboca siempre en la alegría de la Resurrección, para que cuando sientan en su corazón los sufrimientos de Cristo, tengan bien presente que luego llegará la resurrección».

Tal vez, para ti »creer» sea absurdo, pero quizá ya intentaste todo para saciar tu vacío infinito ¿qué tal si esta ocasión te atreves a buscar sanación en aquel que lo creó todo inclusive tu corazón? Porque a ti y a mí nos hizo resilientes, capaces de recuperar nuestra forma original después de un tremendo dolor pero con Él descubrimos capacidades que no conocíamos para amar y ser amados.

Esta entrada la escribo para mí, porque necesito recordar y atreverme a tener esperanza, aunque sea un 2%

Ya no quiero remar sola hasta la orilla, no me detendré en medio del océano sólo porque mis sentidos percibieron miedo y me paralizaron, tampoco quiero llegar a toda prisa a la orilla para sentirme a salvo, sino tener paz porque estoy en el océano que hizo el creador; con mareas, movimientos bruscos y suaves.

Así que me atrevo a confiar no una, sino un millón de veces más porque Él tiene todo bajo control y restaurará lo que esté herido en mí a su debido tiempo. Aunque duela el proceso, sé que el barro del que estoy hecha está en buenas manos.

Para completar, te dejo este episodio que tuvimos en mi podcast El plan D

Nos leemos después.

Clara C.