Fulton Sheen se preguntaba y auto respondía en esa mente brillante que solo alguien cercano a Dios puede tener. Él se preguntaba “¿Qué hace que una cosa sea buena? Una cosa es buena cuando cumple el objetivo para el que ha sido hecha”. Acto seguido daba el ejemplo de un reloj, se preguntaba “¿Cómo se determina si un reloj es bueno o malo? Bueno, si cumple con marcar la hora correctamente, entonces ese reloj es bueno”. Claramente esto parece algo muy simple cuando hablamos de objetos, es fácil determinar entonces si un objeto es bueno o malo según si cumple con el objetivo para el que fue creado o no. Yo no podría nunca decir que un zapato es malo porque no puedo beber agua de él o que un zapato es malo porque no me sirve para cargar mi teléfono celular.
Lo complicado de esto, es cuando nos preguntamos por las personas humanas, ¿Que hace que una persona sea buena? En esta pregunta no podemos ser simplistas o limitarnos a la profesión de esa persona, es decir no podemos analizar a Juan que es arquitecto por la construcción de su última casa, en ese caso podremos analizar si es buen o mal arquitecto y en todo caso, analizar su construcción y ver si cumple el objetivo de ser una construcción habitable, segura y firme. Pero en estos casos siempre nos limitaremos a algo superficial y no al fondo de la cuestión.
Para poder decir si una persona es buena o mala, tendremos que pensar en esa famosa pregunta que muchas veces se hacían los dibujitos animados que veíamos de chicos cuando siempre se interrumpía o pasaba algo en medio de la respuesta. La famosa pregunta de ¿Cuál es el sentido de la vida? en toda la creación, los humanos somos los únicos capaces de poder hacernos preguntas de este tipo como ¿Cuál es el sentido de la existencia? o ¿Para qué estamos acá? Y seguro más de uno se habrá hecho esta pregunta alguna vez. Y si bien muchos podrán pensar que el sentido de la vida está cuando comienza verdaderamente nuestra vida eterna y decir que el sentido de la vida es en realidad, prepararnos para llegar a la vida eterna. Yo no soy mucho de escapar por esa vía rápida.
A lo largo de la historia, muchas culturas se han respondido esta pregunta, por ejemplo, para los hedonistas, quienes no creían en una vida después de la muerte el sentido de la vida estaba en disfrutar y explotar todos los placeres humanos sin importar la moralidad o la intelectualidad de sus actos. Para los estoicos el sentido de la vida era estar en armonía con la naturaleza y lograr rechazar toda riqueza y poder, todo lo contrario a lo que planteaba Nietzsche quien decía que el sentido de la vida radica en ejercer el sentido de poder, incluso logrando someter a otras personas humanas. Hegel planteaba que la vida era un círculo de realidad en constante movimiento donde el inicio y el final se tocaban.
Pero, aunque suene un poco cliché, la finalidad por la cual hemos sido creados es para alcanzar la felicidad plena.
Pero ¿Cómo logramos la felicidad plena? Está la alcanzamos llegando a la verdad y al amor que no es otra cosa más que la llegada a Dios, todo aquello que me ayude a llegar a ÉL, es bueno. Hace memoria, ¿te acordas de algún momento donde te sentiste en soledad y con tristeza? ¿Dónde buscaste refugio? Tu respuesta puede variar entre Dios o un amigo, tu mamá, tu papá, tu compañero o compañera de vida o alguna persona de tu entorno, pero, en realidad, la respuesta de fondo es “Donde te sentiste amado o amada” Uno busca refugio en el amor y busca la felicidad en el amor que en realidad es Dios, porque Dios es la vida, la verdad y el amor. En 1 Juan 4 16 lo leemos claro “... Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”. Estamos hechos para amar, somos buenos cuando amamos, a la pregunta del inicio la podemos modificar ¿Cuándo una persona es buena? Es buena cuando ama, pero también es buena cuando se deja amar.
Hay infinidad de casos de personas que lo tienen todo, una vivienda, comida, trabajo, todo pero no saben amar, a veces los procesos de tristeza que sufrimos en nuestra vida, son solo faltas de amor; ya sea faltas para dar amor o para recibir amor.
Les voy a contar un caso de una mujer salvadoreña que yo conozco, esta mujer a los ojos del mundo lo podía tener todo, una buena familia, un buen pasar económico, viajes por todo el mundo, preocupaciones casi nulas, bueno, todo lo que uno podría pensar que necesita una persona. Pero les voy a contar un secreto, esa persona no se sentía feliz y en su intimidad se refugiaba aceptando que la felicidad era una especie de “producto que la televisión había vendido pero que en verdad eso no existía”.
¿Podía juzgar a esta persona yo por su pensamiento? ¡Claro que no! si lo tenía todo y no era feliz. A esta mujer solo le faltaba aprender de amor, ella sentía que no era digna de que alguien la amara, por este motivo llevó todo un proceso realmente admirable donde aprendió del amor, en breves palabras, se dejó amar. Hoy esa persona admite ser feliz. Dios nos da el Don del amor de una manera tan perfecta que se hace contagioso, ama y vas a recibir amor. Déjate amar y vas a poder dar amor.
Es por esta razón también que, cuando hacemos obras de caridad, desde el corazón y nos entregamos a los más necesitados, sentimos felicidad. Muchas veces se piensa que en las acciones de caridad uno va a entregar o donar algo, cuando en realidad estamos recibiendo felicidad.
Una persona se vuelve mala cuando no puede amar, pero analiza lo siguiente. Dios hizo todo este mundo tan perfecto que hasta le quitó al mal el capital propio, es decir, todo lo malo es algo bueno que se echa a perder. Una banana mala es una banana buena echada a perder, un reloj malo es un reloj bueno que se ha roto, el mal es solo un virus de lo bueno.
Por esto mismo podemos afirmar que toda persona, tiene la capacidad de volver a su origen para lo que fue creada, para amar, poder ser buena y llegar a la felicidad plena. Es por ello por lo que una persona triste puede encontrar el amor y ser feliz.
Si estas pasado un momento de debilidad, tristeza o angustia, ten la certeza de que en el amor encontrarás a Dios. Ama como Él nos enseñó y déjate amar porque al dejarte amar no solo te estás haciendo un bien a vos mismo/a sino que le permitís a alguien más poder llegar a la felicidad porque el amor es el camino a cumplir el objetivo por el cual Dios nos creó.
Fulton Brochero