EL AMOR HUMANO

2da parte

¿Qué es, pues, el amor? Al respecto, dice Santo Tomás de Aquino, en la suma teológica, citando “al Filósofo”, es decir, al gran Aristóteles, que “amar es querer el bien para alguien” (Aristóteles, citado por Santo Tomás de Aquino, 1485, I-IIae, cuestión 26, art. 4). ¿Y qué es aquello que entendemos por el bien? A esta pregunta, Santo Tomás de Aquino, en su obra “Del bien”, responde que el bien tiene como nota esencial la capacidad de “añadir algo positivo al ente” (Santo Tomás de Aquino, s.f, puntos del 1 al 11), esto es, aquello que lo perfecciona. Por lo cual, diríamos, entonces, que aquel que ama “quiere aquello que perfecciona a la persona amada” o “busca la perfección o mejora de la persona amada”.

Así, pues, ante la pregunta: “¿Qué es aquello que decidimos cuando decimos que amamos a nuestra persona amada?”, respondemos que decidimos buscar aquello que la perfeccione o la haga una mejor persona. No obstante, el angélico doctor (1485) hace una distinción entre dos tipos de amor: el primero, amor de concupiscencia, y el segundo, amor de amistad. El tipo de amor que describimos arriba es el amor de concupiscencia, el cual, se caracteriza por querer algún bien para la persona amada y, por ello, es un amor relativo, pues, no se ama el bien por el bien mismo, sino que se desea para otro. En cambio, en el amor de amistad, se trata de un amor absoluto, pues, se ama a la persona amada por ella misma (I-IIae, cuestión 26, art. 4). Pero, si dijimos arriba que “amar es querer el bien para alguien”, ¿por qué la atención del amor de amistad se dirige a la persona amada? A ello, Santo Tomás de Aquino (1485) responde que el movimiento del amor no tiende únicamente al bien que se busca y anhela para la persona amada (amor de concupiscencia), sino que, se inclina también por la persona misma (Amor de amistad) (I-IIae, cuestión 26, art. 4); pero además, la explicación que da es mucho más profunda: Según el santo doctor (1485), el bien es convertible con el ente, en tanto que, todo ente es bueno por el simple hecho de existir (Santo Tomás de Aquino, s.f, Del bien). Y así como “todo ente es el que absolutamente tiene existencia”, así también “el bien es el que absolutamente tiene la bondad”( I-IIae, cuestión 26, art. 4). Entonces, si toda persona humana es un ente, puesto que, absolutamente tiene existencia, y todo ente es bueno por el simple hecho de existir, luego entonces, toda persona humana es buena por el simple hecho de existir. Aunado a esto, si el bien es aquello que absolutamente tiene la bondad y si la persona humana tiene bondad en sí misma, entonces, significa que la persona humana, en sí misma, es un bien. Y dado que, la persona humana es un bien, es decir, que tiene absolutamente la bondad en sí misma, y no en otro, debe amarse absolutamente, y no de manera relativa; ya que, hemos dicho que “amar es querer el bien para alguien”, y si la persona es un bien, un bien absoluto, debe amarse absolutamente. De ahí que, en el amor de amistad, el objeto del amor, es decir, la persona amada, se ame absolutamente.

Empero, si “amar es querer el bien para alguien”, ¿quién sería ese “alguien” en el amor de amistad? Sabemos que, en el amor de concupiscencia, amamos un bien para otro, pero, en el caso del amor de amistad, amamos a la persona amada “en sí misma” por ser un bien absoluto, y, además, anhelamos hacerle bien; es decir, se trata de un amor benevolente (Santo Tomás de Aquino, 1485, I-IIae, cuestión 26, art. 4).

Hay otro abordaje del amor que, en mi opinión personal, me parece más bello y se deriva también de la filosofía de Santo Tomás de Aquino. El filósofo francés, Jacques Maritain (s.f), comentando los escritos de su esposa –también filósofa- Raissa Maritain, destacó en el amor de dilección (amor por el bien mismo del amado) –que en Santo Tomás de Aquino es el amor de amicitiae- dos especies: el amor y la amistad. Con referencia al amor, según Maritain (s.f), «su esencia está en la comunicación de sí, con plenitud de alegría y de delicias en la posesión del amado, mientras que, en el amor de amistad, su esencia está en la benevolencia que va hasta el sacrificio de sí mismo por el amigo (p. 3). Desde la visión del matrimonio Maritain, el amor es la donación de sí mismo a la persona amada, sin reservas, sin máscaras, olvidándose el alma de sí misma para entregarse enteramente al otro y pasar a ser el TODO del amado. Esta donación se realiza directamente, mientras que, en el amor de amistad, también existe donación de sí mismo al otro, pero de manera indirecta, pues, el amado se da a su amada por medio de sus bienes, de todo lo que tiene, hasta la propia vida. Por lo tanto, en la primera especie, el amante se da completamente a la persona amada, y en la segunda, su donación se da por medio de lo que se posee. En el primero, la entrega es absoluta, y en el segundo, la donación es encubierta (Jacques Maritain, s. f. pp. 3-4)

En los primeros párrafos de este ensayo, nos preguntamos si era posible un amor eterno o, por lo menos, estable y duradero. Al parecer, con base en las definiciones presentadas por Jacques Maritain y su esposa Raissa, es posible trocar el amor en algo duradero, es decir, en una realidad para todo la vida, ya que, cuando el amado se entrega completamente a su amada y la amada se entrega enteramente a su amado, sin reserva alguna, al donar todo lo que son, están dando, a su vez, todo su tiempo de vida al amado. Pues, si la entrega ha de ser completa, ésta sólo puede concretarse cuando cada segundo y minuto de su vida se consagre al amado. “Mi amado es todo mío y yo soy toda para él” –dirá ella-, “mi amada es toda mía y soy todo para ella” –dirá él-. Y si el amor comienza con la decisión de buscar el bien de la persona amada, ésta debe renovarse cada día, para que la donación, directa e indirecta, de sí mismo a la persona amada, pueda llevarse a cabo con fidelidad y cabalidad.

Antes de concluir, pareciera que, con lo que hemos señalado hasta ahora, la definición de amor dada por nuestros jóvenes enamorados ficticios, simplemente, no corresponde con lo que se ha mencionado después del amor. Sin embargo, el mismo Jacques Maritain (s.f) reconoce, entre las especies del amor humano, una que se asemeja a lo que, al comienzo, se dijo del amor: el amor romántico o pasional, cuyas características principales son que se funda en el deseo pasional, se encuentra dividido entre el amor por el amado y el amor egoísta, y la donación de sí mismo por el amado es sólo ilusoria, producto de los sueños y de la imaginación, y no es una realidad concreta. En la opinión de Maritain, este amor utiliza como espejismo la creencia de haberse entregado totalmente al amado, pero sólo para encubrir los deseos de los sentidos. Es, además, un amor condenado a perecer, si no se supera el umbral de los sentidos. (pp. 5 & 24).

Hasta ahora, el lector podría preguntarse cuál fue la finalidad de elaborar un texto que girara en torno a la definición del amor, en lugar de pasar a propuestas concretas, para amar mejor y auténticamente a los demás y, sobre todo, a la persona amada. Sin embargo, me parece más urgente ahora retornar a las definiciones y conceptos iniciales antes de desarrollar las propuestas concretas, dado que, al menos en psicología, la forma en que concebimos e interpretamos el mundo en sus diversos contextos y experiencias, influyen en gran parte en nuestro modo de expresarnos y comportarnos en nuestro entorno familiar, social, laboral y escolar. Y el amor no es una excepción, de hecho, la idea acertada o errónea que tengamos sobre el amor se verá reflejada en nuestra manera de relacionamos con nuestros prójimos, compatriotas, padres, hermanos y persona amada.

Quizá es verdad que tendría que haber escrito un ensayo en el que, efectivamente, se promovieran actitudes, conductas, creencias y sentimientos, que propicien una interacción más amena y amorosa en el mundo; no obstante, en el ideario colectivo de jóvenes universitarios y preparatorianos, en el magno universo de las redes sociales –y mundo digital en general-, en las películas, series y programas televisivos, que la juventud y el público en general consumen el día de hoy, ha permeado la idea del amor romántico o pasional, como si se tratara del único tipo de amor. De hecho, pocas veces, al menos en mi experiencia, me he encontrado con realidades en donde se hable del amor dilectivo, pues, por lo general, se desconoce su paradero. Parece, más bien, una leyenda que una realidad.

Y no tendría que escribir un ensayo acerca del amor humano dilectivo y el amor romántico, si no se evidenciara en el ambiente el gran sufrimiento y los abusos que se cometen en relaciones amorosas juveniles, el desgarramiento espiritual y emocional que vivencian los hijos ante la ruptura conyugal de sus padres, la violencia intrafamiliar, la violencia entre parejas, la inmensa cosificación de las personas en las relaciones amorosas “libres”, la reducción que los más jóvenes hacen del amor a la mera genitalidad, etc.

Mi intención no es erradicar para siempre al amor romántico, puesto que, la atracción pasional entre hombres y mujeres es algo que sucede naturalmente al inicio de la etapa de enamoramiento. Sólo abogaría por la difusión de un amor dilectivo que permitiera a las futuras generaciones la concreción de un proyecto de vida estable y realizable con la persona amada y que se defendiera a los más jóvenes de las ideas distorsionadas del amor romántico que a nadie le vienen bien.

Alan Jasso

Bibliografía:

Asociación Americana de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5 edición Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2014. (Santo Tomás de Aquino (1485) Suma teológica - I-IIae, cuestión 26, recuperado el día 02 de Abril de 2023). (Maritain, J. (s.f) Amor y Amistad, recuperado el día 02 de Abril de 2023, https://www.jacquesmaritain.com/pdf/13_TEST/08_T_AmoAmis.pdf?link=08_T_AmoAmi s.pdf). (Santo Tomás de Aquino (s.f) Del bien, recuperado el día 02 de Abril de 2023, https://tomasdeaquino.org/del-bien/