La verdadera devoción a la Santísima Virgen María

 

Fue redactado por San Luis María Grignion de Monfort quien es famoso por sus escritos marianos, tales como: El secreto admirable del Santísimo Rosario: para convertirse y salvarse, el secreto de María y el tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Éste último libro es considerado, junto con las Glorias de María de San Alfonso María de Ligorio, como una de las obras más grandes que se han escrito sobre la Virgen Santísima.

En este libro, el santo nos ofrece cinco criterios para cultivar una auténtica devoción a María. Así también, define con claridad las siete falsas devociones a María. Mas, para no extenderme más allá de los límites de este artículo, me enfocaré, en esta ocasión, en la verdadera devoción a María y, por ahora, dejaré de tarea al lector que eche un vistazo a las siete falsas devociones en el link que le presento, a continuación:

https://es.aleteia.org/2016/03/09/las-7-falsas-devociones-a-la-santisima-virgen/

Regresando a las cinco características de la verdadera devoción a María, recomiendo al lector que ponga mucha atención en su lectura, guarde bien estas palabras en su corazón, se esfuerce por seguirlas y, en adelante, examine cuidadosamente el perfil que va adquiriendo su devoción a María. A título personal, creo firmemente que, si así lo hace, evitará alguna de las siete falsas devociones, permanecerá fiel a la verdadera devoción –con ayuda de Dios- verá por sí mismo si se encuentra en alguna falsa devoción de la que daba salir, o bien, si se debe esmerar más en cultivar una verdadera devoción a María.

Nos dice el santo en su obra que la verdadera devoción a María debe ser interior, tierna, santa, constante y desinteresada.

La verdadera devoción es interior: Cuando decimos que la verdadera devoción debe ser interior, hablamos de “poseerla en nuestro espíritu y en nuestro corazón, según se derive del amor que profesemos a María, del concepto que tengamos de sus maravillas y de nuestra estimación por la Madre de Dios”1

En otros apartados, el santo nos invita a no quedarnos en la exterioridad de las prácticas de piedad, sino a una devoción que nos haga profundizar en la vida de María, observar sus virtudes, gestos y palabras, considerar sus grandezas y esforzarnos por imitarla. Las prácticas exteriores son buenas, pero deben llevarnos entonces a cultivar la vida interior.

La verdadera devoción es tierna: “Nuestra confianza en María debe ser plena, semejante a la confianza de un niño pequeño hacia su madre1. Con esta confianza, sencillez y ternura hacia nuestra Madre, el Santo nos recomienda recurrir y pedir ayuda a María en todo, y cuando digo “en todo”, es realmente “en todo”, tanto en tus necesidades espirituales como corporales: Dice Grignion de Monfort, que en tus dudas, en tus extravíos, al momento de la tentación (“María, madre de amor, ¡ven en mi socorro!”), cuando te sientas vulnerable, después de las caídas (“María, madre de Dios, ¡ruega a Jesús por mí!”), en tus desalientos, en tus escrúpulos, en tus cruces, en tus trabajos, en todas la contrariedades de la vida. ¡Ya lo sabes! ¡Acude a María en todo!

No temas -enseña el santo- importunar a esta amorosa Madre, que es la criatura más generosa, amable y misericordiosa que Dios haya creado, ni temas desagradar a Jesús si acudes a su Madre; antes bien, el mismo Jesús se alegrará de que la honres y la ames, tal como lo hace él.

La verdadera devoción es santa: “La verdadera devoción nos debe mover a abandonar el pecado y a imitar las virtudes de la Santísima Virgen, a saber: su profunda humildad, su fe viva, su obediencia ciega, su oración continua, su mortificación universal, su divina pureza, su angelical dulzura, su divina sabiduría…”2

El santo es muy claro en este punto a lo largo de su obra y es muy bueno tenerlo en cuenta, para evitar caer en graves abusos: No puede ser verdadero devoto de María quien se escuda en alguna práctica de piedad mariana para seguir ofendiendo a Dios, esperando después alcanzar la misericordia divina por intercesión de María. Refiriéndose a aquellos falsos devotos que no tienen verdadero propósito de enmienda.

La verdadera devoción es constante: “La verdadera devoción ha de confirmar en el bien al alma de quien la práctica y hacer que no la abandone con facilidad. Así también, le dará ánimos y valentía para que afronte con firmeza las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne”3

Continúa diciendo, Grignion de Monfort que, a pesar de su constancia, el verdadero devoto no estará exento de caer o de sufrir alguna disminución en su devoción. Empero, si llega a tener la desgracia de pecar, se levantará enseguida con ayuda de su amorosa madre María; y si llega a sentir alguna sequedad o poco gusto en su devoción, no se dejará vencer por el abatimiento, pues, sabe que su devoción no depende de sus sentimientos o estados emocionales, sino de la fe viva puesta en Jesús y en María.

La verdadera devoción es desinteresada: Al respecto, para Grignion de Monfort, el verdadero devoto no se busca a sí mismo en sus obras buenas, no sirve a la Madre de Dios por los beneficios temporales y eternos que pudiera obtener de esta bondadosa y esplendidísima Madre, ni ama a María por los favores ya recibidos, sino que, por el contrario, busca solamente dar gloria a Dios a través de su Santísima Madre, sirve a María porque Ella merece ser servida y ama a María porque Ella es digna de ser amada. En suma: El leal devoto de María busca servirle tanto en la cruz como en los momentos de paz.

Deseo, sinceramente, amado lector, que la exposición de la verdadera devoción a María, te animen a cultivar, desde ahora, tan sana y tan santa devoción. Quiero también decirte que si alguna vez sientes que dicha práctica te parece imposible o que es difícil para ti, te encomiendes humildemente a tu Santísima Madre, confiando en que Jesús no negará ninguna gracia que le pidas a través de la mejor intercesora: su Divina Madre. Ella, mejor que nadie, sabe cómo agradar y pedir favores a su Divino Hijo.

Y si me permites darte un consejo, comienza a pedirle todos los días, sin cansancio, o sea, sin rendirte, la verdadera devoción a María y las gracias necesarias para conservarte fiel y constante en su servicio: “¡Oh, Jesús, por María, enséñame a ser un fiel devoto y servidor suyo, porque sirviendo verdaderamente a María, te serviré mucho mejor a ti!”

¡Dios te bendiga!

Alan Jasso.

Bibliografía:

El autor se apoyó, en su totalidad, en los siguientes recursos, sin los cuales, no hubiese sido posible redactar el escrito:

Grignion de Monfort, S. Luis María (2014) Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Editorial: San Pablo.

Grignion de Monfort, S. Luis María, 2014, p. 111

Grignion de Monfort, S. Luis María, 2014, p. 112

Grignion de Monfort, S. Luis María, 2014, p. 113