“La política está muy sucia, pero yo me pregunto: ¿por qué? ¿porque el cristiano no se involucra en ella con espíritu evangélico?”, esa fue la pregunta que el Papa Francisco le planteó a algunos jóvenes jesuitas en el 2015. Hoy en día, creo que podemos seguir reflexionando en esto para descubrir el papel que debemos tener como católicos en la política.
Piensa en la primera vez que escuchaste que un político se había robado dinero… o la primera vez que escuchaste que alguna persona sufrió un daño por culpa de la negligencia de un gobernante. ¡Qué coraje! ¡Cuánta impotencia al saber que alguien a quien se le ha confiado el poder, lo ha utilizado para aventajarse de los más vulnerables!. En lo personal estas situaciones me enojan y me duelen mucho, pues creo que no hay nada más injusto que arrebatarle a las personas el derecho de tener esperanza en un mundo que de por sí ya se encuentra tan desesperanzado.
Ante estas noticias, podemos sentirnos desanimados y caer en el grave peligro de la costumbre: de acostumbrarnos a la corrupción, a las traiciones, al abuso de poder, la negligencia, los engaños y el dolor. Qué triste que para muchos de nosotros ya no sea noticia saber que a alguna persona le arrebató la vida crímen organizado, o que alguien murió por deficiencias en el sistema de salud. ¡Un cristiano no puede vivir anestesiado! En la medida en que entremos en contacto con nuestra identidad de hijos amados de Dios, podremos adoptar una actitud de enamorados en vez de una de habituados a la rutina: podremos vivir como enamorados de Dios y de nuestro prójimo, mirándolos con ojos siempre nuevos, podremos ser cristianos que están en contacto con su sensibilidad y que valientemente deciden dejarse tocar por el dolor de nuestros hermanos que sufren. Sentir profundamente el dolor de las injusticias, no como espectadores, sino como hermanos y hermanas de un mismo Dios: eso es lo que nos hace ser diferentes.
Y es cierto, ante esta situación puede parecer ingenuo pensar en que las cosas pueden cambiar, o en que vale la pena incursionar en la política pensando en grandes ideales cuando las cosas siempre han estado y seguirán estando susceptibles a la corrupción. Al respecto, el Papa nos dice “alguno me dirá: pero no es fácil!. Bueno, tampoco es fácil ser sacerdote. No son cosas fáciles, porque la vida no es fácil” y podemos echarle la culpa a muchas personas por la situación de nuestras comunidades, pero el Papa nos invita a cuestionarnos “Pero yo, ¿qué hago? ¡Es un deber! Trabajar para el Bien Común es un deber para un cristiano, y muchas veces, el camino para trabajar es la política”. A pesar de lo asqueados que podamos estar de la política, nuestra vocación como laicos es la de vivir en el mundo sin ser del mundo: ¡qué diferentes serían las cosas si nuestros políticos vivieran sabiendo que nuestro verdadero hogar es el cielo!
Definitivamente, no podemos quedar indiferentes ante las injusticias. El Papa Francisco nos dice que “involucrarse en la política es una obligación para un cristiano. Nosotros no podemos jugar a ser Pilato, a lavarnos las manos. Debemos involucrarnos en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad: porque busca el bien común”. Estas palabras pueden parecer duras y retadoras, pues al mirar nuestro contexto, es difícil discernir qué se debe de hacer. Sin embargo, no hay que permitir que las dificultades nos paralicen, tenemos que pedir a Dios, en cambio, que estas mismas dificultades nos muevan a formarnos y actuar siempre en búsqueda del bien común.
La política es mucho más que los debates, los actos protocolarios, las reuniones y las campañas: la política es el arte del encuentro, y como tal, cualquiera puede hacer política desde su propia realidad. En la encíclica Fratelli Tutti se nos enseña que “un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política»”. Es de esta manera que es posible que desde la universidad, el trabajo, la colonia y la propia localidad, podamos dialogar con otros y construir juntos caminos para solucionar los problemas que más afectan al respeto de la dignidad humana. Por lo tanto, el bien común es esto: “garantizar a todas las personas una vida digna de llamarse humana” (Papa Francisco). El Papa dice que la política no está solo reservada para los gobernantes, y es cierto, pues en la medida en que trabajemos en comunidad por el bien común, entraremos en el campo de la más amplia caridad: la caridad política.
La política es entonces una vocación de servicio: un llamado de Dios para tender la mano al prójimo y ser testimonio de la Verdad, el Bien y la Belleza. Al ser una vocación con tanto potencial de santificación de uno mismo y de las realidades temporales, es especialmente atacada por tentaciones y vicios que no vienen de Dios. Por este mismo motivo, no debemos de huir a participar en la vida política, sino que debemos de permitir a Dios con mayor amor e intencionalidad que toque nuestros corazones y sea él quien obre por medio de nosotros.
Frente a tanta división, tanto odio y tanto dolor, puede parecernos que lo que nosotros podemos impactar no hace una gran diferencia en la gran escala, y puede que sea cierto: tal vez no tengamos el mismo nivel de influencia que un presidente o un gobernador, pero el Papa nos motiva a que “no subestimemos el valor del ejemplo, porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil likes, que mil retweets. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo, es la mejor forma de promover el bien común”. Piénsalo en tu propia vida: ¿quiénes son las personas que más han tocado tu corazón por la manera en que te supiste amado? ¿las grandes celebridades o tus amigos y familiares más cercanos? Del mismo modo, las historias de los grandes santos no gestan su grandeza en el impacto masivo que tuvieron, sino en el amor profundo que pusieron en cada persona individualmente.
Como católicos, por amor a Dios, a los demás y a nuestras comunidades, no podemos ser indiferentes. Como católicos, hoy más que nunca somos llamados a alzar la voz, orar y participar votando (como nos ha invitado la Conferencia del Episcopado Mexicano). Es por amor, que somos movidos a entregar nuestra vida para que el otro cuente también con todas las condiciones necesarias para desarrollarse en plenitud y vivir su vocación. Es por amor, que los católicos somos movidos a participar en la política.
“Una vez más convoco a rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común» Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, el político le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad que ennoblece su acción política.” Papa Francisco
Si quieren conocer más de este tema, los invito a leer el capítulo 5 de la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, en el que desarrolla el tema de la política. De igual forma, comparto en este artículo los enlaces a algunos videos del Papa y de la Conferencia del Episcopado Mexicano que nos pueden ayudar a discernir cómo actuar en cada una de nuestras realidades.
El Papa Francisco llama a los cristianos a involucrarse en política: https://youtu.be/vy6kTp8k9kI?si=WpfmnOx4MabjA41w
Francisco a jóvenes latinoamericanos: Política es servicio, es promover la unidad y el bien común: https://youtu.be/VWtoVLqr9eQ?si=k12NBrjyZHB0mKLq
Papa: "Construir una política arraigada en el pueblo": https://youtu.be/s5L_lV_Jgrg?si=VeFL7zQpjbufQNVz
Mensaje al pueblo de Dios: https://youtu.be/soiBm5_iHlQ?si=aH0wMbm3rEvwQnLn
Un Urgente Llamado A La Paz Y Al Rechazo De La Violencia: https://youtu.be/0Kc38LFvypI?si=K_HWboZZusb6kq6W