Me atreveré a decir que TODOS los seres humanos en algún momento experimentamos una profunda insatisfacción, nada de lo que tenemos ni nada de lo que hacemos nos llena por completo, constantemente anhelamos algo más; respecto a ello, hay una frase atribuida a C. S. Lewis, el escritor de Las Crónicas de Narnia, quien lo expresa muy bien así: “Que nuestro corazón anhela algo que la tierra no puede darnos, es la prueba de que el cielo debe ser nuestro hogar”, dicho de otro modo, solo en el cielo veremos satisfechos nuestros deseos más profundos. Pensemos también en una de las frases más famosas de San Agustín: “Nos hiciste para ti Señor y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti”, porque en verdad, solo en Dios encontramos la plenitud.
La Iglesia nos enseña que esta vida no termina con la muerte, y que al morir enfrentamos un juicio particular, si comparamos la vida con un examen, podemos decir que la pregunta final y más importante que se nos hará es: “¿cuánto amaste?”, lo decía de una manera muy hermosa San Juan de la Cruz: “Al atardecer de la vida, seremos juzgados en el amor”.
Lo que intento resaltar es que estamos hechos para amar y ser amados, es por eso que la vida es un tiempo de elección, cada día tenemos que elegir entre amar o no amar, y nuestra decisión tiene efecto en la eternidad. Aquellos que eligen un camino distinto al del amor, y al final de la vida no se arrepienten de ello, corren el riesgo de morir en pecado mortal, estando así por su propia y libre elección, separados de Dios para siempre, es lo que llamamos infierno (Catecismo de la Iglesia Católica numeral 1033).
Pero quienes hacen suya la vivencia del amor y mueren en amistad con Dios entran en la alegría del cielo, siendo este, nuestro fin último, la realización de nuestras aspiraciones es poder ver a Dios cara a cara, un misterio que supera nuestro entendimiento y nuestra imaginación, dice San Pablo: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al hombre se le ocurrió pensar lo que Dios podía tener preparado para los que lo aman” (1 Cor 2, 9). Sin embargo, nada impuro puede gozar de esta grandeza que es el cielo, y es por eso que es necesaria una purificación, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el numeral 1030: las almas que mueren en gracia pero imperfectamente purificadas, aunque tienen asegurada su eterna salvación, necesitan pasar por el purgatorio.
Profundizando en lo anterior, imagina que te invitan a una fiesta con un código de vestimenta elegante, ¿llegarías al lugar sin bañarte, vestido con tu ropa más viejita?, ¿no preferirías arreglarte para la ocasión?, dando respuesta a estas preguntas, te darás cuenta que eso es el purgatorio, una purificación necesaria para borrar la pena que los pecados cometidos te hayan dejado. El purgatorio no es un castigo, tampoco es pagar una cuenta que le debes a Dios, es la consecuencia del daño que tú mismo te has hecho, pero Dios en su infinita misericordia quiere tu purificación para que goces de la morada que te tiene preparada en el Cielo.
Lo que conocemos actualmente sobre el purgatorio tiene su fundamento en ciertos textos bíblicos y en la tradición de la Iglesia, puesto que desde el siglo XV, en el Concilio de Florencia, la Iglesia consolidó la idea del purgatorio como una verdad de Fe. Más recientemente, algunos místicos y santos, como Santa Faustina Kowalska o San Pio de Pietrelcina, han recibido revelaciones privadas e incluso visitas de las almas del purgatorio que nos han permitido entenderlo mejor. Sin embargo, el purgatorio no deja de ser un misterio.
Un día una persona muy querida me confesó que su papá había fallecido cuando ella era pequeña, y pensar en él la entristecía, entonces me hizo una pregunta que todavía recuerdo: “¿Crees que mi papá está en el infierno?”, me quedé sin palabras, ni siquiera recuerdo qué le respondí. Ahora, varios años después, me gustaría decirle que a nosotros no nos corresponde decir a dónde van los difuntos. Le diría que confíe en la misericordia de Dios, y en que la salvación ya está dada siendo esta la misión de Jesús en la tierra, quien nos abrió el cielo con su muerte y Resurrección. También le diría que no podemos asegurar que alguien está en el purgatorio o en el infierno, pero tenemos una misión: ofrecer nuestras plegarias por los que ya partieron de este mundo.
Si te preguntas ¿por qué nuestra oración ayuda a los difuntos?, la respuesta está en la comunión de los santos, recordemos que todos los bautizados estamos unidos en Cristo, esto es, los santos que ya gozan del cielo (Iglesia triunfante), quienes están en el purgatorio (Iglesia purgante) y los cristianos que peregrinamos en la tierra (Iglesia militante), estamos íntimamente unidos, y por eso la santidad de unos aprovecha a los otros y así logramos estar antes y más eficazmente purificados de las penas del pecado (CIC 1474). Entonces, después de todo lo dicho, ¿qué podemos hacer? Ofrecer Misas, rezar el Santo Rosario y aprovechar las diferentes formas que nos ofrece la Iglesia de ganar indulgencias a lo largo del año. Sigamos el ejemplo de San Juan Macías, llamado cariñosamente “ladrón del purgatorio”, ya que mientras vivía oraba incesantemente por las almas purgantes.
¿Sabías que la Iglesia dedica cada día de la semana para una intención especial? Es por eso que los jueves honramos especialmente la Eucaristía, o los sábados están dedicados a María, y siguiendo esta devoción, los lunes se han destinado a pedir por el alivio de las almas del purgatorio, ¡qué bueno sería que por lo menos cada lunes hiciéramos oración por nuestros fieles difuntos!
Para terminar, quisiera que, conociendo la realidad del purgatorio, viviéramos más conscientes de que nuestro destino eterno está en juego y que probablemente la mayoría tengamos que pasar por el purgatorio antes de llegar al cielo, pero si lo queremos “saltar”, sabemos que lo que tenemos que hacer es vivir la caridad perfecta, a fin de cuentas, nos salva el amor. ¡Qué la medida de todo lo que hagamos sea el AMOR!
Mariana Beltran
Hay mucho más que decir sobre el purgatorio, para la redacción de este artículo se consultaron varias fuentes que te recomiendo ampliamente revisar si quieres profundizar en el tema:
Purgatorio: entre el cielo y la tierra. 2023. Michał Kondrat (Director). Bosco Films.
¿El purgatorio es bíblico? Por P. Tadeo López. Agosto 2023. Hagamos Comunidad.
Catecismo de la Iglesia Católica n. 1020-1037, n. 1472-1477.