Caminando con un Cristo vivo
Tener un encuentro con Cristo lo cambia todo. No me alcanzaría el tiempo para recordar cuántas veces me hice ciega ante un Cristo que me acompañaba y necesitaba. Muy probablemente, todos hemos pasado al lado la señora que no puede con las bolsas del supermercado o hemos tenido algún compañero de clase que no entendía un problema de mate, y ni hablar de esas veces que pudimos haber ayudado a nuestra madre con las labores del hogar ¿verdad qué en alguna etapa de tu vida has pasado algo similar? Porque yo sí.
Pero no fue hasta agosto del 2023 cuando se abrieron mis ojos y comenzó mi nueva vida. Ya hace casi un año que Dios tocó mi corazón cuando me llevó a vivir un retiro de Fe y Conversión. Sólo fueron cuatro días y todos se resumen a una sola pregunta: ¿En verdad merezco tanto? Y es que, en esos días fui tratada como una verdadera reina, lo tenía todo. En primer lugar, a Dios, pero también amor, seguridad, fraternidad, cariño, motivación y qué decir de la comida, estaba deliciosa.
Durante esa estancia, mientras conocía lo grandioso que es el amor de Dios pude reconocer a Cristo, estaba en cada uno de los hermanos que fueron parte del servicio del retiro. Porque, no eran ellos, era Cristo a través de sus pies, usando sus manos, boca; cuando entregaban su cansancio, su tiempo, es decir, todo lo que podían por mi. Y así era como Cristo se entregaba otra vez por mi para convertir este corazón tan necesitado de Él.
Pero, ahora ¿qué haré por llevar a ese Cristo que conocí? Misión, servicio y compromiso.
Cuando en verdad descubres el amor de Dios a través de otros, lo único que piensas es como ser tú quien de amor a los demás como aquellos lo dieron por ti. Justo así fue cómo surge esta nueva versión de mí, una nueva etapa: la más bonita pero también la más difícil.
Nadar contra corriente, principalmente con la familia que hasta el día de hoy no abre su corazón al Señor, en un ambiente laboral estresante, con amigos que intentan todo por alejarte de Dios, es difícil. Pero, es aquí donde puedes darte cuenta que sólo el mantenerse en gracia te permite escuchar esa voz que dice, ¿tú que estás dispuesto a hacer por mí? Y aunque la respuesta muchas veces no es fácil, sigue siendo mejor dejar todo y servir a Dios por medio del hermano.
Porque un día Dios me regaló una segunda oportunidad de vida tras un accidente, la cual sólo logré ver gracias a Él, entendiendo que, nuestro último día en la tierra puede ser hoy y tal vez no hemos hecho nada por llevar a cabo lo que dice el evangelio “Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos y servir a todos” (Marcos 9,35). Es por eso que ahora, aun sin empleo, sin supuestos amigos, con una relación familiar a veces un poco complicada, permanece mi corazón lleno de Cristo, acompañada de hermanos que me motivan decidí tomar un nuevo camino para llegar a mi destino: “la santidad”, un camino en el que he logrado identificar que no voy sola.
Aunque hoy Cristo no camina físicamente con nosotros en este mundo, si puede estar presente en cada uno de los momentos de nuestro día, en nuestros pies, manos, hombros, boca, en nuestro cansancio, nuestros desvelos, Dios actúa a través de ti en la vida de otros, en esos momentos en que el hermano más te necesita ahí es donde Dios se hace presente, es donde tu llevas a ese Cristo Resucitado comprobando una vez más que, sigue valiendo la pena que Él haya dado su vida por ti.
Así que, no olvidemos que aún en él y lo desconocido Cristo está presente, ¿te imaginas si Clara no permitiera que Cristo actúe a través de ella? ¿Dónde estaríamos tú y yo hoy? ¿Quién estuviera orando por ti? ¿Quién te daría consejos de vida sin ser juzgado? ¿Quién te motivaría a alcanzar la santidad? todo eso sucede cuando Cristo vive en ti y en mí. Permítele ser parte de tu viaje, llévalo a tu casa, trabajo, escuela, en tu vida diaria demuestra a los demás que no eres tú ayudándoles, que es el Señor quien se manifiesta, que no es casualidad o suerte, es Cristo presente.
Entonces,
¿Cuándo dejarás que Cristo te use como instrumento?
Amairani Ruiz Santamaría